viernes, 26 de enero de 2007

NIEVA EN EL SUR

Ya es difícil, en estos últimos meses y en los que nos quedan por delante, ver que las nubes nos impregnen con su esencia en estas latitudes de la península. Apenas ha llovido desde aquél maravilloso puente que precedía a las navidades y que inauguraba uno de los mejores meses de mi vida. Ahora parece que el clima, herido de guerra, está dando algunos coletazos de vida invernal.
Cada vez que miro al futuro y veo que el agua no nos sobrará, imploro a quienquiera que maneje Gaia para que derrame sobre nosotros la esencia de la vida. Por eso me alegro y me muestro incluso más agradable los días lluviosos que los soleados. Ahora, parece que el agua viene vestida de blanco, de gala. El frío viene precioso y limpio del cielo para morir derretido y sucio en el suelo.

Y lo más bonito, lo que más me gusta y más me estremece, es el silencio que se escucha entre los copos.