martes, 31 de julio de 2007

DECEPCIONES, AMIGOS Y GRUPOS DE AMIGOS

Las decepciones son algo tan normal en la vida que hay que verlas como parte de ella. En muchas ocasiones fijamos demasiadas expectativas en algo o alguien que al final, por la suerte que sea, no es tal y como pensábamos en un principio. Pero no hay que tomárselas como algo negativo, sino más bien como un fallo de predicción o algo así.
No somos máquinas perfectas e inequívocas, solemos tener un alto porcentaje de error en aquellas cosas que no se averiguan por pericias más empíricas. Lo más habitual del sentido de la decepción viene por los planteamientos de la vida y las circunstancias que a ella son afines en cada momento.
En el caso de las personas, es normal que siempre veamos o querramos mostrar la parte más afín a la otra persona. Esto es, nos conquista aquello que buscamos y encontramos. Luego ya, cada uno por su cuenta, es capaz de valorar si todo lo que nos hace sentir tan bien es lo que creíamos o sólo una maniobra de acercamiento; pero como ya se ha dicho, no es tan fácil de adivinar.
El fondo de cada persona, no ya en el mundo de los sentimientos, sino en el planteamiento que se pueda tener a la hora de mantener relaciones sociales más o menos íntimas, es más importante de lo que parece. Yo nunca he sido alguien que tenga un arraigo en un grupo de personas, y me he dado cuenta, con el tiempo, que es algo que puede llegar a ser un conflicto para muchos que basan la amistad en la conciencia de grupo. Soy bastante más intimista, me gustan más los bis a bis que las orgías en términos sociales.
Si hay algo que ya descubrí, no es más que el el ser humano es un animal eminentemente social y que su comportamiento difiere demasiado si se encuentra cómodo, incómodo, absorto o ausente según esté acompañado de más o menos personas y, obviamente, de cuáles se tratan.
La decepción que consta en este post como hilo, se refiere a esos cambios. ¿Por qué algunas personas son tan increíbles cuando a solas con ellas te fascinan y tan extrañas cuando en grupo se despersonalizan? Un amargo enigma que me aleja de las concepciones de ciertos grupos de amigos.
Como conclusión, sin más, llego a pensar que a las personas hay que amarlas por separado y comprenderlas en grupo. Prefiero cimentar una amistad con una sóla persona que compartir el afecto efímero de estos grupos.

jueves, 5 de julio de 2007

LUNA LLENA DE ARENA

Quizás pueden haber pasado diez años, quizás. Entonces todo era distinto y no eran almas unidas aunque sí paralelas. Él sabía que Ella existía; siempre la veía sonriente y guapa. Alguien común, pero lejana a Él por los avatares de la propia vida. Recuerda su pelo largo y oscuro, su peculiar sonrisa y el parentesco con una niña oscura y luminosa a la vez.

De Él Ella escuchó hablar muchas veces también. Pero no lo identificaba con nadie, sólo con una idea, con una sensación. Yo he hecho todo lo posible por acercar sus almas, porque algún día llegarán a fundirse, aunque sea, durante algunos momentos de sus vidas.

Y aunque hubiese muchas cosas en común y cercanas, Él sólo tiene un recuerdo de ella. No fui yo en ese caso el que busqué aquella suerte, no. Porque a veces perdemos cosas valiosas en el camino de la vida, y no demasiadas encontramos a aquéllas que desaparecieron. Esa vez Ella perdió una prenda preciosa en un lugar situado a medio camino entre su casa y la de Él. Y Él la encontró ¿casualidad? Tampoco creo en ella, no, pero insisto en que esta vez no hice nada por comunicar sus almas. La prenda estaba rasgada y sucia entre las ramas de un arbusto. Pero Él la vió y después escuchó la voz de Ella, desesperada y triste. Guardaba afecto a su prenda, no sé si por que fue un valioso regalo o por que la tuvo después de desearla durante un tiempo. Él la llamó y se la devolvió, mientras ellas le dio las gracias abrazando su preciosa prenda.

Un bonito y único recuerdo, Él no sabía nada más de ella. Tan sólo su nombre, sin hache.

Pero yo no podía dejar que dos almas tan ávidas permaneciesen eternamente separadas.

Y no hace demasiado tiempo coincidieron de nuevo, ¿por casualidad? No, no creo en ella. Tres veces tuvo que arroparlos el mar, y tres veces los observé y acaricié. Lo mejor de las almas ávidas es que en cuanto se reconocen como tales, hacen lo posible por ahondar entre ellas y conocerse más. Así se coincide en un camino que no elegimos como la vida, y se sigue el avance bien acompañado, y las penas son más pequeñas.

Y esa tercera vez, junto a un mar que venía de donde sale el sol, con las olas acompañandome a mí y la luna llena iluminándolos a ellos. La arena ya no se separó de ambos hasta el día siguiente. Desde entonces, yo no sé que pueden sentir ellos, pero sí que sé que me llevan sintiendo a mí desde hace muchos años.

Yo, sólo soy música. Y soy sentida, pero no puedo sentir. ¡Que ellos sientan por mí!