Después de dedicar un tiempo a mirar hacia atrás y adentro, me toca hoy mirar hacia delante y afuera. La tranquilidad que reina ahora mismo en mi vida es algo que no tiene precio, es sencillamente una cuestión tan sencilla que no la cambiaba por otra sensación.
Cada día entro en la cama satisfecho, a lo largo de la jornada mis motivaciones aumentan con las horas; el sueño es reparador y recicla mis ilusiones. El horizonte es algo tangible, no sólo un supuesto futuro. Navegar por la vida, siempre cerca de la costa y con faros a la vista en cada cabo para no encallar es el resultado de hacer muchos exámenes de conciencia.
Así me siento. Arropado por mis amigos, por mis familias, por Rocío, por mi propia ciudad.
¿Hay algo que tenga más valor? Sólo deseo que si mi rumbo es acertado, la nave no tenga problemas para seguir avanzando.
Faro de Sacratif [Carchuna; costa de Granada]